Charles Bennett, Gilles Brassard y Peter Shor reciben el reconocimiento de la Fundación BBVA por sus aportaciones en informática
“La ciencia cuántica es la clave para el desarrollo de la comunicación y de la computación”. Son las palabras de Ignacio Cirac, físico cuántico y director de la División Teórica del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica que ha presentado este martes los perfiles de los tres premiados en la 12º edición de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Ciencias Básicas (Física, Química y Matemáticas). Los tres investigadores y catedráticos Charles Bennett, Peter Shor y Gilles Brassard han sido galardonados entre 74 nominaciones por un jurado de ocho hombres por sus “contribuciones sobresalientes” a esta tecnología en auge que promete revolucionar la privacidad y la comunicación. Estas aportaciones siguen la línea del desarrollo de futuros ordenadores cuánticos más eficientes que los actuales en cuanto a velocidad e inviolabilidad de los contenidos e intercambios.
Charles Bennett, físico químico e investigador en IBM Research y Gilles Brassard, informático de la Universidad de Montreal (Canadá),
inventaron en los ochenta la criptografía cuántica, que permite
"codificar y transmitir mensajes usando las leyes de la física cuántica
de manera que impide la escucha de terceros”, cuenta el acta del jurado.
Bennett destaca que este sistema novedoso, que se aplica ya en siete u
ocho empresas y en el mismo número de gobiernos, tiene que servir para
mantener la privacidad de los intercambios, y sobre todo, ser accesible
para todos. “Cualquier persona es capaz de entender esto. Tenemos que
integrar la física cuántica en la educación general”, comenta por
videoconferencia.
Peter Shor, catedrático de matemáticas aplicadas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)
que ha publicado más de 170 artículos, descubrió, según Bennett, que si
se construyera un ordenador cuántico, este sería capaz de derrotar a
los actuales sistemas criptográficos. Shor nunca pensó que sus
algoritmos pudiesen aplicarse en la vida real y reitera del otro lado de
la pantalla de la Fundación BBVA que es una maravilla ver cómo ahora
tiene muchas aplicaciones posibles. El matemático asegura que se puede
aislar un error en un ordenador cuántico y corregirlo sin alterar la
computación, algo que hasta ahora se creía imposible por la naturaleza
física del dispositivo.
Por otro lado, la revolución no
es para mañana. “Se tardará entre 5 y 10 años en lograr que un ordenador
cuántico pueda hacer algo que pueda considerarse mínimamente útil”,
opina. El experto confía en que se pueda aplicar rápidamente en el área
de la medicina y de la química con la simulación del comportamiento de
las moléculas para facilitar la creación de nuevos fármacos. Bennett
también piensa que esta innovación puede cambiar las vidas de los
ciudadanos pero no de inmediato. “Va a tardar bastante tiempo y ante
todo, no se tiene que perder el apoyo para este tipo de investigación.
La gente se centra solo en los 1.000 millones de dólares que se gastan,
pero no en lo que se conseguirá si se sigue buscando ”, resalta.
Aunque
el desarrollo de la computación cuántica es un desafío para los
científicos, Brassard es optimista de cara al futuro. “El siglo XIX fue
la era de la máquina de vapor, el siglo XX fue la era de la información y
el siglo XXI será recordado como la era cuántica, la era en la que las
tecnologías cuánticas desencadenarán todos los principales cambios que
veremos en la sociedad de una manera que hoy no podemos prever”,
asegura.